Largos días de verano, ritmos lentos de la región del Alentejo.
La vida aquí tiene un ritmo diferente. Por la mañana, me despertaba con el aroma a pan recién hecho y café, y rociaba las rebanadas aún calientes con aceite de oliva dorado, escuchando el suave tintineo de los platos en el patio. Los lugareños me contaban historias sobre la cosecha de aceitunas, cuando las familias se reunían bajo estos mismos árboles para recoger la fruta a mano, convirtiendo el trabajo en una celebración de risas, canciones y comidas compartidas.
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